El sector necesita un compromiso firme, político, social. Necesita apoyo, necesita seguridad jurídica. Necesita una apuesta decidida, un acuerdo global. El turismo en España necesita saber qué quiere, qué precisa y una estrategia común para conseguirlo. ¿Un Ministerio de Turismo facilitaría lograr ese entendimiento político y administrativo del que peca el sector español desde que el mundo es mundo? Si la respuesta es un sí… Ministerio de Turismo Ya!
La política nunca ha sido un gran aliado para el sector, ni para lo bueno, ni para lo malo. Los proyectos vinculados a la administración siempre han llevado un lastre complicado de asumir por parte de los empresarios: retrasos, incertidumbres jurídicas, inversiones que se prometen y no acaban de llegar… Un calendario constante de desdichas que ha enseñado al sector turístico a responder por sí mismo.
El turismo ha aprendido a vivir solo, a sacarse las castañas del fuego en los duros inviernos y a exprimir todas sus sonrisas cada verano. Gracias a ese trabajo de sol a sol, el sector presume ahora de ser el 10% del PIB español. Pero pasan los años y los inviernos cada vez son más fríos y los veranos sonríen con menos ganas.
Según las cifras presentadas a principios de año por Exceltur, el PIB turístico superó por primera vez en su historia al PIB español en 2010 y aportó 105.000 millones de euros al país. Pero eso que podría ser una excelente noticia no es más que la recuperación parcial del batacazo que, en 2009, se llevó el sector, cuando su PIB marcó los peores números de la década.
La tendencia de la demanda turística va en descenso desde 2008, al tiempo que aumenta la de destinos como Turquía, Túnez o Egipto. Este 2011 ha sido una excepción: las revueltas internas de esos países han enviado a sus clientes de vuelta a España y pobre del que no lo haya aprovechado para sembrar una buena semilla… Las vacas gordas podrían tardarán en volver.
El individualismo, las luchas de mercado y los métodos de supervivencia a toda costa ya no sirven y poco a poco hasta los empresarios más reticentes se van dando cuenta de que la unión, realmente, es ahora su única fuerza.
El objetivo que ha de perseguir el sector no es un ministerio de turismo que lo coloque en la cima que ya ostenta. El reto va más allá: Alcanzar un acuerdo global nacional, autonómico y municipal que garantice unos mínimos comunes a las diferentes propuestas turísticas que conforman España. Una estrategia común, sólida y a largo plazo que garantice la fortaleza de un turismo cuyo futuro no está nada claro.
Tal y como subrayaba Hosteltur noticias de turismo en un número de su revista previo a las pasadas elecciones del 22 de mayo, “Política y Turismo, lo que nos espera”, todos los políticos hablan del turismo como esa tabla de salvación que sacará a España de la crisis, pero muchos ni siquiera llevan una estrategia de propuestas turísticas coherentes y concretas. Y las que llevan, a veces, no son las que el sector querría que llevaran.
Proyectos de la importancia del de Playa de Palma (Mallorca) que pretendían ser un ejemplo a seguir en las zonas turísticas maduras de todo el país (que, por desgracia, son muchas) sobreviven sin grandes avances, abatidos por los cambios políticos, pendientes siempre del compromiso de una financiación estatal que, con el agujero de déficit que arrastra España, cada vez está más borrosa.
Pero el apoyo institucional al turismo no sólo tiene sombras en la Administración estatal: Muchas autonomías carecen del fuel suficiente para alimentar ese motor al que todo el mundo se agarra hoy en día. Falta estrategia y sobra organigrama administrativo. Falta visión global, coherencia y seguimiento de las acciones llevadas a cabo.
Cierto es que no todas las comunidades autónomas y localidades funcionan igual y que hay en España ahora mismo un movimiento importante de algunas regiones que han demostrado un fuerte grado de implicación política en la gestión del turismo, priorizando las necesidades de este sector desde su administración. Según datos de Exceltur, publicados por Hosteltur, los mejores ejemplos en este sentido son La Rioja y Galicia, dos destinos que, curiosamente, no encabezan el ránking de lugares más turísticos del país.
Cada comunidad autónoma tiene su modelo; cada localidad, el suyo, y cada empresario, lo adapta a su estrategia que es, finalmente, la que lleva a la práctica y que da al sector esa sensación de cajón de sastre en el que parece que casi todo vale.
¿Un ministerio resolvería estos problemas? ¿Un ministro podría acabar con el individualismo en la gestión, en la legislación, en la aplicación empresarial? Algunos temen que no, que en lugar de aportar soluciones, puede incluso generar más obstáculos, ya que las relaciones entre la administración y lo privado nunca han sido fáciles.
Gato escaldado del agua fría huye. ¿Por qué? Porque ese ministerio siempre iría ligado al color político del partido que gobernase, a la persona elegida por ese partido para el cargo, lo que no libraría al sector de la incertidumbre en la que se mueve. Cada cita electoral amenazaría con un cambio, cada reestructuración del equipo de gobierno generaría un estado de ansiedad poco beneficioso para un sector que se la juega a largo plazo.
Como han apuntado últimamente numerosas voces en este foro, ya no vale el “pan para hoy, hambre para mañana”. El hambre es el hoy para muchos.
Pero, seamos positivos (aunque con tanta crisis parezca que no está de moda). Hay que pensar que el hambre agudiza el ingenio: Hay que ser más ingeniosos y menos individualistas.
Los cambios de los últimos años piden al sector que actúe con una estrategia firme, sólida, consensuada que mire a largo plazo. Juntos. Sin miedo, porque siempre hay la posibilidad de ir rectificando errores. Pero, el peor error, ahora más que nunca, es el de quedarse estancado.
Hablemos, escuchemos, aprendamos y negociemos.
Un post de Eva Diz, redactora de Contenido SEO.
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