Estado, Comunidades Autónomas, ayuntamientos y, ahora, Europa. Sobre la caja del turismo todo el mundo quiere decidir: No importa que las voces del sector se quejen del engorro burocrático que esto supone; no importa que el entramado normativo, en lugar de facilitar, complique cada día más las cosas. No importa. Importa estar y opinar sobre una de las actividades que aún resiste con la cabeza alta en el viejo continente.
El turismo es el tercer sector más productivo de Europa: Representa más del 5% del PIB y aglutina al 5,2% de toda la mano de obra de la Unión Europea. Una actividad demasiado jugosa para dejarla escapar a las directivas europeas. Y por eso ahora hablamos de la marca “Europa”.
El pleno del Parlamento Europeo de finales de septiembre aprobó un informe que respalda la propuesta de otorgar fondos estructurales a la actividad turística europea y crear una marca “Europa” para promocionar los destinos turísticos de la Unión. Pero la cosa viene de largo: En abril del año pasado se aprobaba la Declaración de Madrid en la que, bajo la presidencia española de la UE, se sentaban las bases para esa nueva marca. Otra más.
A estas alturas no me atrevo a decir si dará buen resultado esta estrategia de crear una macromarca Europa, en la que se englobarán marcas país que, a su vez, necesariamente se pelearán entre sí y con sus submarcas locales. Por lo pronto, lo que sí podemos avanzar es que el ADN del turismo se hace cada día más complicado: Unión Europea-Estados Miembros-Eurorregiones-Regiones y CCAA-Provincias-Comarcas-Municipios.
Quizás ante esta nueva realidad macroeuropea sí sea pertinente la creación de un Ministerio de Turismo, una única voz española que hable de lo nuestro allá en la UE. Un ministro que se siente con el resto de ministros, en igualdad de condiciones. Una figura que aglutine el valor de la diferencia que conforma España y que lo transmita como un todo, sin olvidar nada: Un conglomerado de destinos en un mismo destino capaz de competir con Grecia o Italia y capaz de convivir con esos países en una misma estrategia global.
Habrá que estar preparados para todo lo que suponga involucrarse en una marca europea, habrá que asumir directrices, nuevas normas, plazos y exigencias. Habrá beneficios y ventajas que tenemos que saber aprovechar al máximo.
Las primeras propuestas de la Eurocámara van encaminadas hacia una regulación del desarrollo urbanístico en zonas costeras. Otra más que añadiremos a autonómicas y locales, que cambiaremos, adaptaremos y readaptaremos.
El caso español, en este sentido, es hiriente: Existe ya un exceso de normativas que actualmente lastra su competitividad, crea inseguridades jurídicas y frena el impulso empresarial.
La aparición de Europa en este escenario no debería dificultar aún más esta realidad con sus leyes y recomendaciones. La necesidad de un liderazgo sólido que reduzca las inconsistencias de este entramado normativo se hace más que patente.
Europa defenderá el turismo sostenible, la calidad de las aguas y los fondos que se destinen se centrarán en promocionar la innovación del sector, rehabilitar áreas rurales en proceso de abandono e impulsar la multiculturalidad europea.
El listado de tareas es largo y aquí es donde un Ministerio de Turismo puede adquirir entidad suficiente para estar a la altura. Si queremos una marca Europa… hemos de saber que lo importante no es estar, tenerla, lo importante es sacarle partido: Si hay que ir, se va, pero ir para nada…
Un post de Eva Diz, redactora de Contenido SEO.
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